La Bella Durmiente vs. Frozen
El papel de la mujer, en este último medio siglo, podría reducirse del paso de La Bella Durmiente a Frozen.
A través de cualquier actividad realizada por el hombre es posible analizar su evolución. El estereotipo de princesas no escaparía a ese análisis.
En el año 59, con la adaptación de Disney del clásico de la Bella Durmiente, aparece Aurora y su “eres tú mi príncipe azul que yo soñé”. Pese a que, en verdad, Aurora es el nombre de la hija de la Bella Durmiente y su príncipe salvador; este lindo personaje de dibujos se convirtió en un icono de mujer, tanto en su físico como en su conducta. Llenando, las mentes infantiles, de absurdas ideas sobre la importancia de la candidez o el rol de la mujer como perfecta ama de casa y esposa; ya que, nada más nacer, las tres hadas buenas (en verdad eran siete) le entregaron tres dones. Dos de ellos fueron: la belleza y una voz melodiosa.
En un momento crucial de nuestra época; en que la mujer entraba de pleno, en muchos países de occidente, en el ámbito laboral, ser hermosa, supongo, sería trascendental para realizar el trabajo asignado. La relevancia de poseer una voz melodiosa, solo es comprensible desde la perspectiva del séptimo arte. Suerte tuvieron nuestros padres de que mujeres como Dolly Parton o Bonnie Tylor trasgredieran la norma.
Según avanza la película descubrimos a una Aurora adolescente, cantando feliz mientras saca el polvo con ahínco. Aun recuerdo mi adolescencia. Sin que me tiemble la voz o en este caso el pulso al teclear, puedo asegurar: ¡qué fui feliz!; pero no ordenando ni limpiando mi habitación.
Otro punto negativo de de esta princesa se explica en el minuto (segundo arriba, segundo abajo) que dura su proceso de enamoramiento. Basará su vida y su felicidad en un desconocido (con el que ha soñado). Con esta base en el subconsciente infantil femenino, reforzado desde más sectores, se podría trazar paralelismos en el incremento de los divorcios, una generación después.
En pleno siglo XXI, asimilado (por parte de mayoría de la sociedad) la relatividad del concepto de belleza, sería preferible el don de Elsa (reina single en Frozen y no consorte como Aurora). Su don, el control sobre el hielo, a efectos prácticos, resultaría más idóneo; y más teniendo en cuenta los avances en la cirugía estética además de los bonos en los gimnasios y sin nombrar las mil y una dietas adelgazantes. Aunque bien pensado, Elsa posee algo que Aurora no tiene: la capacidad de superación.
Es precisamente esa capacidad la que ha convertido a la mujer de los 50 en la actual perfecta: amiga, compañera, amante, pareja, esposa, amada de casa, madre, nini, empleada o freelance. Hoy somos más libres para elegir.
Sin menospreciar el antiguo cuento de hadas, ni llenar de halagos la nueva versión de Disney, resulta conmovedor comprobar cómo, después de 50 años, la misma firma realiza una parodia de sus insulsas princesas en Ana, hermana de Elsa en Fronzen. De igual forma, es de agradecer la trasformación del beso de amor puro en un acto de amor verdadero.
Considero una obligación, tanto por parte de la sociedad como de los padres, cultivar la imaginación y apoyar el desarrollo de los niños y niñas. El problema no se haya en la fantasía en sí, sino en el hecho de no discernirla. Pero entre “Eres tú mi príncipe azul que yo soñé…” y “Y si hacemos un muñeco…”, sin lugar a dudas, me parece más instructivo, para un mente en desarrollo, el mensaje de Frozen.
Raquel Guillén (@RaquelG881)
Mayo 2014
Enlace a la película de La Bella Durmiente de Disney en Youtube
Enlace a la película de Frozen de Disney en Youtube
Real como la vida misma
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