AUTOR: MORPHINE
No recuerdo bien cómo fueron los años anteriores a mi
llegada a aquel balcón. Desde allí podía ver como las personas iban y venían
sin cesar. Siempre buscaba que sus miradas se encontraran con la mía pero nunca
llamaba su atención. Mis dueños a veces salían a hacerme compañía e incluso
alguna vez fuimos de excursión al campo.
Aquellos paseos terminaron cuando un día quise investigar
más por mi cuenta y de entre unas maderas salió un animal que se abalanzó sobre
mí, no lo vi llegar porque fue muy rápido y me mordió la nariz… Mis dueños se
enfadaron muchísimo y me dejaron encerrado entre esos barrotes mucho tiempo…
Cada vez me dolían más los huesos y la lluvia me empapaba todo el cuerpo, pero
pronto me perdonaran, estoy seguro.
Un día una señora se puso a gritarle a mi dueña desde la
calle. Yo la vi e intenté ladrar pero hacía tiempo que no podía hacerlo, mi
garganta ya no producía ese sonido, en parte mejor porque era algo que a mis
dueños no les gustaba y siempre me pegaban si armaba alboroto. Mi dueña salió
al balcón conmigo y desde allí muy enfadada le grito a la mujer que se fuera y
de paso me dio un manotazo, ¿tendría que haberle ladrado a esa mujer? Otra vez
lo había hecho mal…
Al día siguiente me despertó mi dueña, me cogió rápidamente
y bajamos a la calle. No entendía nada y en ese momento solo disfrutaba de su
calor, ya no recordaba qué se sentía en sus brazos… Salimos de casa y muy
rápido recorrió el barrio para parase a gritar debajo de otro balcón, “¡Tómalo!
Es tuyo por que yo no lo quiero pero tienes que llevártelo hoy, estoy harta de
este perro” ¿Estaban hablando de mi?
Enseguida vi como una señora se asomaba y rápidamente volvía
a desaparecer. Al cabo de un momento estaba a nuestro lado y me cogió con mucha
fuerza. Sin decir ni una sola palabra me abrazó y fuimos a su casa. Allí me
esperaba una chica que nada mas verme me cogió y me empezó a dar besos, yo no
entendía la situación pero sólo sabía que me gustaba, ojala ese momento hubiese
durado eternamente…
Me duchó y mientras me enjabonaba sentí que quería estar con
ella toda la vida, sus ojos me miraban con mucho amor y a la vez masajeaba mis
huesos y contemplaba mi calvicie sin importarle. Me dieron de comer cosas
sabrosas que enseguida engullí (nunca había tenido el estomago tan lleno)
Me pusieron una cuerda al cuello y querían que las siguiera
pero mi cuerpo no me respondía como hubiese querido, me caía al suelo y solo
quería descansar. Esperaba haber defraudado a la humana pero para mi sorpresa
me dio un beso en la nariz y me susurró al oído “Tranquilo, te pondrás bien” y
con esas palabras me dormí y me dejé llevar.
Fuimos a un sitio donde había varios perros y al cabo de un
rato un hombre bastante simpático se acercó a mí y me subió a una mesa muy
fría. Empezó a tocarme la columna, las patas y la nariz… Yo miraba a mi lado y
veía a la humana con esa misma mirada, me tranquilicé. Me pincharon pero ella
me cogió con tanta ternura que ni me dolió. Entre ellos hablaban y mostraban
algo de preocupación “Es por la picadura de un mosquito, seguramente por estar
a la intemperie… La anemia viene cuando no se trata y tienen mala
alimentación” Pero si yo ya estoy bien,
sólo necesito descansar con ella a mi lado, seguro que ahora todo va a mejor… Pensaba. Ya sólo tenía ojos para ella, parecía
que se había convertido en mi nueva dueña… y me encantaba.
A partir de ahí nunca volví a vivir en un balcón, mi nueva
dueña me daba de comer cosas muy sabrosas y especiales para mí, no me quedaban
muchos dientes pero ella lo sabía y me daba comida blanda. Me empezó a llamar
“Sefi” y yo la seguía donde hiciera falta. Tenía muchas menos calvas e incluso
un día me llevó a la peluquería, después de eso la gente por la calle me decían
palabras bonitas y los niños (que me gustaban mucho) me acariciaban sin miedo.
Salíamos a pasear aunque a veces me cansaba mucho y acababa en sus brazos, yo
me acurrucaba en su pecho mientras me decía “Sefi, mi niño, descansa que hoy
hemos ido un poquito más lejos” Y así sucedían los días para mí, conocía a
mucha gente que me acariciaba y jugaba conmigo así que yo era feliz, ya sabía
lo que era eso.
Visitábamos muchas veces al hombre simpático, me pinchaba y
me hacia cosas extrañas. Aunque un día la visita fue diferente y mi dueña se
entristeció mucho. Luego le daré muchos besos a ver si se anima, pensé.
Con el paso del tiempo fui notando como mi cuerpo volvía a
debilitarse y ya no podía controlar mi vejiga, al dormir se me escapaba todo y
cuando ella se despertaba esperaba que se enfadara conmigo pero me limpiaba,
secaba y me miraba sonriendo diciéndome que no pasaba nada. Al cabo de poco
tiempo mis patas ya no me respondían y sentía que el dolor que había tenido en
el pasado volvía a aparecer… Ya no podíamos salir a la calle como lo hacíamos
antes y mi dueña me cogía en brazos y volvíamos a hacer los mismos recorridos
como si no pasara nada.
Me llevó con un amigo perruno a ver si me animaba. Al entrar
en su casa saqué todas las fuerzas de mi interior y nos pusimos a jugar, cuando
empecé a correr (no me lo podía creer, podía hacerlo) sentí que era el perro
más afortunado del mundo. Nos revolcamos y jugamos a la pelota mucho rato.
Después mi cuerpo volvió a traicionarme y me paré en seco para vomitar una
sustancia roja que hizo que mi dueña se volviera a entristecer…
Ya no podía ver bien, una oscuridad me nublaba la vista pero
sabía que estaba con ella. Fuimos donde el hombre simpático pero el también
estaba triste y me dejó encima de la mesa fría solo. De repente entró ella y
acurrucó su cabeza contra la mía. Me dolía todo el cuerpo pero sus besos eran cálidos
y sus palabras fueron éstas “ Sefi, eres un luchador y has sido el mejor perro
del mundo, adonde vas ya no hay dolor y sufrimiento, te mereces ser feliz
siempre” Ya no podía mantener los ojos abiertos y la negrura absoluta ya no me
dejó ver nada más, solo tenía paz interior…
Desde dónde estoy la veo, es un mundo genial y divertido
donde hay muchos perros para jugar… Seguro que a ella le gustaría estar aquí.
Siento que me echa de menos pero ya no siento dolor, como me dijo. La observo
todos los días y me siento orgulloso de decirle a todos mis compañeros que ella
es mi dueña. Sé que desde que me fui intenta ayudar a otros animales y me da
las gracias a mi por haberme conocido, yo se las doy a ella todos los días por
haberme enseñado que no todos los humanos hacen daño. Algún día volveremos a
estar juntos y podremos correr sin cansarme, podré darle besos infinitos y
podré volver a acurrucarme en su pecho. Ahora la cuido desde aquí porque yo soy
su estrella y estábamos destinados a encontrarnos antes de que yo partiera.
Relato concursante para la Asociación Animals Sense Sostre
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